"A mayor gloria
de ellos"
Dentro de las
entidades financieras andaluzas, los representantes de los grandes sindicatos,
han tenido voz, voto y gran influencia. En algunas de ellas, caso de El Monte,
CCOO fue determinante para inclinar el voto del Consejo en la destitución de Beneroso,
junto al PSOE, IU y el PA.
En el caso de la San
Fernando, donde la UGT siempre gozó de gran peso e influencia, su sección
sindical fue muy combativa en contra de la gestión de los responsables
políticos. Aunque también es verdad que su política de denuncias siempre
quedaron entre los muros de la vieja Audiencia de Sevilla en la Plaza San
Francisco, hoy sede de la Fundación Cajasol. Unas denuncias y una presión que
sirvió, la mayoría de las veces, para la obtención de mejoras laborales de los
trabajadores en unos fantásticos convenios envidiados en todo el sector.
El 14 de noviembre
de 2002, la sección Sindical Regional de la UGT en la Caja San Fernando, lanzó
una circular interna bajo el titulo "A mayor gloria de ellos".
Comunicaba a sus
afiliados que en el último Consejo de Administración, "UGT ha denunciando
un nuevo episodio de las prácticas de la época anterior, por el que se
benefician unos pocos, siempre los mismos".
Y a lo largo de ocho
puntos puede leerse una detallada denuncia que revela, por vez primera, la existencia
de tarjetas opacas al fisco en las cajas andaluzas:
1.- Se
apertura una cuenta a nombre de una
Sociedad pendiente de constitución denominada AMGE, con el CIF de la Caja, con
un ingreso de 8.500.000 ptas.
2.- Las firmas
autorizadas en la cuenta eran las de Francisco Gallardo Fernández y José Manuel
Amores Zurita.
3.- En una cuenta a
nombre de una Sociedad en fase de constitución, solo se puede realizar el
apunte de apertura, que debe corresponder con el desembolso del capital social,
y mientras no se formalice la constitución, en la cuenta no se deben realizar
movimientos y el saldo debe permanecer bloqueado. Pese a lo anterior y a que la
Sociedad no ha llegado nunca a constituirse, la cuenta referida ha tenido cerca
de 400 movimientos. En consecuencia se ha vulnerado de manera evidente la
normativa de aplicación.
4.- Se han realizado
diversos ingresos, desde el centro contable 2600 (Dirección de Área de
Auditoria y Control de Gestión) por un importe de 45.000.000 de pesetas.
5.-Las disposiciones
de la cuenta se realizaban a través de tarjetas American Express.
6.- Los
beneficiarios que disponían de estas tarjetas eran: Juan Manuel López Benjumea,
Enrique García Ledesma, José Manuel Amores Zurita, Francisco Gallardo
Fernández, Santiago Romero Calero, Juan Salido Freyre, Luis Manuel Martín
Elías, Manuel Piñar Parias y José Victoria Feu.
7.- Cada uno de
ellos tenía asignada una cantidad, de la que disponían libremente,
produciéndose incluso excesos en la disposición del saldo asignado. Diferencia
ésta que reintegraban posteriormente, mediante un abono en la cuenta. Esta
práctica podría suponer el disfrute de anticipos encubiertos.
8.-Las disposiciones
se realizaban para viajes privados de los beneficiarios. Por supuesto, sin que
ello estuviera regulado, y en consecuencia sin tener repercusiones
fiscales."
La nota de UGT,
indica finalmente que una vez expuestos los hechos, "propusimos al
Consejo" que se investigasen las tarjetas negras, actuar en consecuencia y
"facilitar al Consejo información detallada de las medidas adoptadas, si
es que las ha habido, y en su caso de las que vaya a adoptar". También
pedían la inhabilitación del Sr Gallardo "como interlocutor en las
inspecciones que se realizan en la Caja por el Banco de España o la Junta de Andalucía".
De esta historia
nunca tuvo noticia la opinión pública y se desconoce si surtió algún efecto
esta denuncia a corto, medio o largo plazo. Si es cierto que el sustituto de López Benjumea en la presidencia de la San
Fernando, Alfredo Pérez Cano, fallecido prematuramente, puso orden interno,
cortocircuitó prácticas sospechosas e irregulares, nombrando a un equipo nuevo
que puso cierto orden pero que, desde luego, no acudió a Fiscalía a denunciar lo que
se encontró bajo las gruesas alfombras de la Real Fábrica de Tapices.
Presidentes políticos.
Un repaso a los
nombres y apellidos que han presidido las cajas andaluzas durante la época que
ahora urge revisar, resulta ilustrativo sobre cómo el poder político ha
controlado el sistema. Nombres como Antonio Jara Andreu y Antonio María Claret
García en la de Granada. También el de Isidoro Beneroso Dávila, Juan Manuel
López Benjumea, José María Bueno Lidón, Alfredo Pérez Cano, Luis Navarrete y
Antonio Pulido, la mayoría con carné del PSOE, fueron las figuras estelares
del escenario cajero sevillano y onubense. Es más, tras la destitución de Beneroso en El Monte, una
bicefalia se institucionalizó en la entidad con el nombre de Mario Jiménez en
calidad de vicepresidente ejecutivo. Con despacho en Huelva, chófer, tarjeta y
secretaria, el actual Portavoz del PSOE en el Parlamento andaluz, látigo del
PP, ocupó durante años un singular virreinato cajero en Huelva, permitido desde
Sevilla por Bueno Lidón, el candidato de IU y CCOO que tuvo que
"tragar" el PSOE para poder echar al "traidor de Isidoro". (Al final, Bueno Lidón, acabaría dimitiendo
tras conocerse sus relaciones mercantiles con Metrovacesa y Luis Portillo,
empresario aupado al estrellato del capital en los años del pelotazo desde El Monte en
Sevilla)
Pero lo que
inicialmente fue control absoluto del PSOE desde las presidencias, acabó estallando
como efecto colateral de la polémica Ley de Cajas y la batalla cordobesa por
Caja Sur. Los presidentes sevillanos, Beneroso y Benjumea, a los que años antes
Pepe Rodríguez de la Borbolla fichó para las Juventudes Socialistas, optaron
por la independencia y la autonomía de gestión. Y no solo eso, empezaron a
mantener contactos discretos y sospechosos - ante un mosqueado PSOE- con Javier Arenas,
especialmente Beneroso, que al cabo de los años y tras ser descabalgado de la
presidencia de El Monte y expulsado del PSOE junto a Benjumea, se convirtió en
uno de los más destacados asesores de Arenas y del PP en el área económica y
financiera del partido. Beneroso llegó a estar en las quinielas, antes de las últimas
autonómicas que ganó el PP-A, como posible miembro del gobierno que pensaba
formar, si hubiese podido, el presidente Arenas Bocanegra.
No es exagerado, por
tanto, decir que durante años, la imagen que proyectaron los gestores de las
cajas sevillanas, se substanciaba en una especia de paraíso con calma chicha, donde las luchas del día a día entre partidos no recalaban ni se reproducían en
sus órganos rectores. En los consejos de administración se sentaban variopintos
personajes de la política del consenso; alguno como Ricardo Tarno, hombre de
Arenas, ocupando la Secretaría del Consejo de El Monte, al que nunca se le oyó
criticar las millonarias operaciones de la entidad con determinados empresarios
de moda. Léase Luis Portillo- presentador en su día del candidato a la
reelección Alfredo Sánchez Monteseirín- o Domingo Díaz Mera, el manchego
recomendado por Pepe Bono para hacer grandes negocios en Huelva bajo el
paraguas financiero de El Monte.
Una época en la que,
unos y otros, cuidaban de forma muy especial a los medios de comunicación, su
imagen y su buen nombre como grandes gestores del sistema financiero andaluz.
De hecho, muchos millones de pesetas de estas entidades, fue destinado a
operaciones mediáticas, financiando una televisión de Rojas Marcos en Sevilla o
un conglomerado mediático de Díaz Mera en Huelva. Amén de importantes partidas
presupuestarias para publicidad institucional en casi todos los medios
influyentes de Andalucía. La millonaria inversión anual en medios de
comunicación locales, regionales e incluso nacionales, incluyendo la
contratación de un conocido asesor madrileño apodado por el fallecido Rafael Álvarez
Colunga como "El gorrión" - "porque hay que darle alpiste, mucho
alpiste"- les permitió cierta tranquilidad para hacer y deshacer al antojo
de quienes mandaban sobre los consejos de administración de algunas cajas.
Integrados, todo habrá que recordarlo, por corderos silenciosos, la mayoría de
los cuales no tenían preparación suficiente como para atender sus responsabilidades
al frente de una entidad financiera. Eso sí, la mayoría se conformaban con
ejercer de pajes de la ilusión, resolviendo puntuales "problemas de
tesorería" de sus respectivos ayuntamientos o de las entidades a las que
pertenecían. Y, además, disfrutando de canonjías en forma de viajes por todo el
mundo, caros regalos y suculentas dietas de asistencia a consejos de todo tipo.
Y, en muchos casos, de tarjetas de crédito de las que en gran medida se desconoce, a día de
hoy, el color.
Las participadas.
Pero el gran
instrumento de gestión de estas entidades, sin duda, fue la creación del
correspondiente departamento de "participadas". Palabra mágica donde
las haya y que supuso la entrada de las cajas en sociedades mercantiles
privadas, con el objetivo de crear riqueza, impulsar nuevos proyectos y, de
paso, establecer una zona oscura de gestión que ha permitido, sobre todo, la
puesta en marcha de una especie de "universidad de nuevos ricos"
andaluces y foráneos. Los más importantes ejecutivos de estas
entidades, se convirtieron en perejiles de todas las salsas sociales,
acaparando protagonismo y portadas a go gó.
Salvo puntuales y
honrosas excepciones, las participadas, han sido un agujero negro, negrísimo,
por donde las cajas han perdido muchos millones de su patrimonio. La burbuja
inmobiliaria, el pelotazo de la construcción, ha sido posiblemente el escenario
donde más dinero se ha derrochado o perdido en estos años. Operaciones, muchas
veces, que entraban en clara competencia con el sector privado no
colaboracionista con el régimen financiero. El caso de los terrenos del antiguo
aeródromo sevillano de Tablada, podría ser el ejemplo perfecto que demostrase
esta forma de operar, con las dos cajas sevillanas compitiendo ante el
Ministerio de Defensa en una subasta pública frente a los más importantes empresarios
del sector inmobiliario andaluz. Una operación, por cierto, en la que acabaron
todos en el mismo colchón financiero. A la fuerza ahorcan.
Una curiosa
circunstancia no ha pasado desapercibida en pleno estallido de la crisis y cuando
estas entidades huían de la burbuja inmobiliaria. Una caja concreta aprobó su
entrada en una conocida empresa del sector. Tiempo después, se sabría que tras
esta operación podrían ocultarse extraños intereses del principal gestor de la
entidad que, previamente, habría vendido un piso de su propiedad al dueño del
nuevo grupo inmobiliario aliado de la Caja. Este tema, del que al parecer ha
tenido constancia documental el banco comprador de la caja en cuestión, sin que
conste que haya hecho nada por aclararlo, es muy posible que salte muy pronto
con todo lujo de detalles ante la opinión pública andaluza y española.
En resumen. Los
andaluces tiene derecho a saber que ha sucedido en estos años con su dinero en
el sistema financiero andaluz. Son demasiados los puntos oscuros que permanecen
sin aclarar. Los responsables directos de la gestión, con sus luces y sus
sombras, siguen ahí, alguno disfrutando de sus negocios entre Miami y Panamá.
Otros gozando de un estatus de nuevo rico,
a la vista de todos, y pretendiendo seguir influyendo en la sociedad
civil andaluza.
Los partidos del
arco parlamentario andaluz, por activa y por pasiva, sostienen públicamente una
clara vocación de transparencia en el manejo de los dineros públicos. Susana
Díaz, la actual presidenta de la Junta, ha convertido lo de "tolerancia
cero contra la corrupción" en el gran estandarte político de la nueva era socialista.
El PP, desde hace cuatro años, solo habla de la corrupción de los Eres y de la de los demás. IU también amaga, de vez en cuando, con un discurso contundente contra
la corrupción. Dado que todos estos partidos, con mayor o menor intensidad, han
sido partícipes o cómplices de lo
sucedido en las cajas andaluzas, estamos ante una oportunidad única para que
actúen y denuncien ante la Justicia para que se investiguen haciendas y patrimonios. Y, como repite machaconamente la
presidenta Díaz: "Caiga quien caiga".
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